Cada vez más españoles prefieren un viaje de fin de semana por España en temporada baja. Te descubrimos cuatro enclaves para visitar la región andaluza durante esta época del año.
Casi la mitad de los españoles evita viajar en temporada alta, ya que los elevados precios y las aglomeraciones que se viven en los meses más álgidos del año provocan un rechazo entre los viajeros, según un estudio de un portal de viajes. Los meses de otoño se convierten en una alternativa, cada vez más extendida, entre los viajeros que huyen de la masificación y las escapadas de fin de semana, el formato para disfrutar de unos días de desconexión. En cuanto a los destinos, esta tendencia invita a desplazamientos cercanos que no impliquen muchas horas de viaje, por lo que el 81% de los que planea escapadas de fin de semana eligen un punto nacional. Andalucía, junto al País Vasco y Asturias encabezan el ranking.
Además de los aspectos prácticos, en esta estación del año el sol está cada vez más bajo y las luces se suavizan. Este fenómeno crea unos contrastes que transforman los paisajes: los campos se tiñen de colores anaranjados y cobrizos, al mismo tiempo que se llenan de setas y castañas. Una de las regiones que muestran la belleza del otoño es Andalucía. Te proponemos estos cuatro planes de fin de semana para sacar el máximo partido al otoño andaluz:
1. Bosques de castaños en Huelva
Si hay algo característico del otoño es la castaña y sus árboles son protagonistas en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (Huelva), gracias a enclaves como el Castaño de Robledo. La sierra ocupa la zona occidental de Sierra Morena y también se caracteriza por ser tierra de dehesas de alcornoques y encinas, olivares y huerta. Por eso, las carnes de ibérico, el jamón ibérico, el queso de cabra, la miel, el aceite ecológico o las setas son algunos de los productos estrella de la zona.
Camino de Galaroza al Castaño de Robledo.
Además, el contraste de los valles con las cimas y barrancos encajados, por donde discurren ríos y arroyos como Chanza, Múrtigas o Rivera de Huelva, dan lugar a terrenos apropiados para la práctica de deportes como senderismo, escalada o bicicleta de montaña, además de barranquismo o piragüismo. No puedes dejar de visitar la Gruta de las Maravillas, las Peñas de Aroche o pueblos blancos de interior como Alájar, Zufre o Cortegana, con un importante patrimonio histórico.
2. Fusión cultural en el Poniente Granadino
En la provincia de Granada encontramos un enclave variopinto formado por sierras, valles, vegas y campiñas. Hablamos del Poniente Granadino, una tierra de frontera que ha acogido culturas milenarias. Así lo demuestra el conjunto megalítico de los dólmenes de la Peña de los Gitanos con más de 5.000 años de antigüedad. Este territorio también ha sido emplazamiento de íberos, fenicios, romanos o visigodos, e incluso, llegó a ser escenario de la caída del Reino Nazarí de Granada. El legado árabe convive en pueblos como Alhama de Granada, Arenas del Rey o Jayena, construidos en torno a antiguas alcazabas o castillos para defender la frontera del avance cristiano.
Mirador del Tajo en la Alhama de Granada.
El Poniente Granadino es un destino ideal para los amantes del turismo activo y de naturaleza: desde las áreas montañosas y escarpadas, donde se encuentran las paredes verticales de los Tajos de Alhama, las cumbres de Sierra Tejada o la vega fértil del Genil, la práctica de deportes de montaña es muy amplia. Además, es tierra de especies autóctonas como la cabra montés, águila real, halcón peregrino o azor.
La fusión cultural también está presente en su gastronomía, que no debes dejar de probar con la mezcla de recetas ancestrales heredadas de musulmanes y judíos, platos típicos andaluces como el gazpacho, pucheros y potajes, así como alimentos característicos como trucha, esturión y caviar de Riofrío, espárragos de Huétor-Tájar, queso artesanal de cabra de Montefrío o Játar, vino y setas de Alhama, tomates y hortalizas del llano de Zafarraya y la repostería morisca de Loja.
3. Naturaleza salvaje en la Sierra de Grazalema
A medio camino entre Cádiz y Málaga, hallamos la Sierra de Grazalema. Este macizo tiene la particularidad de ser la zona más lluviosa de España, lo que se traduce en un paisaje de sierras abruptas y cavidades como el sistema Hundidero-Gato, con casi ocho kilómetros de galerías y más de 200 metros de desnivel, perfecto para la espeleología; cañones de paredes verticales como Garganta Seca y Garganta Verde de 400 metros de profundidad, donde poder realizar barranquismo, así como grandes desfiladeros: Salto del Cabrero y El Saltadero. Todo ello permite una red de veredas de uso público, pistas forestales y varios senderos homologados por la Federación de Montaña, para realizar tanto rutas a pie como a caballo o en bicicleta. Os recomendamos especialmente la de Llanos de Líbar y Pinsapar, por sus vistas panorámicas.
Garganta Verde.
También merece la pena realizar la ruta de los Pueblos Blancos o la Arqueológica de la Sierra, ya que ambas muestran el patrimonio histórico y cultural de esta zona. Os aconsejamos disfrutar de entornos hídricos como Tavizna (El Bosque), la Rivera del Gaidóvar o el Ecomuseo del Agua en Benamahoma. Y finalmente, seas el viajero que seas, no puedes irte de Grazalema sin degustar serranos como las tagarninas, el aceite de oliva virgen extra, el típico queso ‘payoyo’ de oveja o la trucha.
4. Aves en el Parque Natural del Estrecho
Si eres un aficionado al turismo ornitológico, el Parque Natural del Estrecho en otoño es tu destino. Situado en el extremo sur de Cádiz, esta zona es un puente entre continentes y confluencia de dos grandes masas de agua salada: el mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Al ser un lugar de encuentro y tránsito, es posible el avistamiento tanto de las aves que periódicamente cruzan de uno a otro continente, como de aquellos cetáceos que se mudan del mar al océano y viceversa.
Sus más de 60 kilómetros de costa y una milla marina mar adentro forman playas como la de los Lances, acantilados y cuevas submarinas, así como grandes dunas como la de Bolonia de más de 30 metros de altura. El Parque Natural del Estrecho es un destino para el buceo, ya que su fondo marino acoge unas 1.900 especies de flora y fauna. Asimismo, la capital del viento, Tarifa, es tierra de surf, windsurf y kitesurf.
Playa de Bolonia.
También hay espacio para los que quieren tener los pies en la tierra: una red de senderos y miradores para disfrutar de torres almenaras como la Valdevaqueros, La Peña o Guadalmesí, y faros como los de Cabo de Gracia en Camarinal, Guadalmesí, Isla de Tarifa o Punta Carnero. También es interesante visitar el conjunto arqueológico de Baelo Claudia, muestra del urbanismo romano.
Fuente: elconfidencial.com
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