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Cómo cuidar tu piel quemada por el sol



Después de una intensa jornada playera, tu piel necesita unos cuidados distintos a los habituales para aliviar las rojeces y evitar que se reseque o descame.


¿Notas la piel tirante, seca y ligeramente enrojecida cuando vuelves de la playa?Quizá no te pusiste el factor de protección idóneo o no lo aplicaste con la frecuencia necesaria –según una encuesta del Consejo de Farmacéuticos, la mayoría no sabemos la protección que nos conviene y un 82% nos hemos quemado alguna vez–.

Sea cual sea el motivo, existen cuidados para “recuperar” la piel.


Después de una jornada al aire libre, cuídala como se merece:


Ducha corta y con agua fresca. Utiliza un gel o aceite limpiador sin sulfatos. Extiéndelo con la mano (el roce de la esponja puede irritar más) y aclárate con agua bien fresquita.


Sustituye tu body milk por aftersun. Es idóneo para la piel reseca y acalorada por el sol. Hidrata en profundidad y proporciona un alivio inmediato que se prolonga durante horas. Pero es que además, el aftersun incluye más proporción de activos antirradicales libres y calmantes que la leche corporal que usas el resto del año. Por eso, aunque no tengas la piel enrojecida por el sol, úsalo siempre después de la ducha.


El truco. Usa el aftersun en spray y déjalo en la nevera. Date una ducha y aplícalo. Comprobarás su acción refrescante. Cuando la exposición al sol ha sido muy prolongada, hidratar, calmar y regenerar se convierten en el objetivo para evitar que pase factura.


Baño de avena. Lo primero que te pide tu piel es que la libres de la sal del mar o el cloro de la piscina. Para ello, sumérgete en un baño de agua tibia con avena (hierve 3 cucharadas de copos en 1 litro de agua y añádelo a la bañera ).


Hazlo durante 15 o 20 minutos. Puedes hacerlo 1 vez por semana. La avena es el limpiador natural más efectivo porque respeta la capa de agua y grasa de la epidermis.


Baño con algas. En lugar de avena puedes preparar el baño con 30 o 50 g de algas marinas pardas desecadas: nori, kombu, wakame, hiziki, arame... son ricas en aminoácidos, yodo, calcio, fósforo, complejo b y omega 3, y tienen propiedades suavizantes y nutritivas para la piel.


Hidratación con urea. La sequedad y la descamación son consecuencia inmediata del exceso sol. Así que, si no quieres pelarte, aplica una crema a base de urea tras el baño. Esta sustancia te proporciona un beneficio triple: nutre, regenera y alivia las pieles sensibles.


Efectivo masaje. Tanto si te aplicas un producto con urea como si escoges algún aceite regenerante como el de espino amarillo debes aplicar el producto realizando un suave masaje sobre la piel un poco húmeda para que penetre bien.


Calmar y refrescar. Si la dermis está enrojecida, extiende un after sun con áloe vera (antiinflamatorio y refrescante), centella asiática (cicatrizante) o hammamelis (calmante).


Sérum antioxidante. Aplícalo cada mañana, antes de tu crema de día y del fotoprotector. Ayuda a neutralizar los radicales libres.


Evita exfoliarte. No te conviene después de tomar el sol porque podrías irritar todavía más la piel.


Ácido gammalinolenico (GLA): este ácido graso esencial que abunda en los aceites de la onagra, la borraja o el grosellero negro nutre la dermis y reduce la inflamación y el picor. Puedes aplicarlo directamente en la piel en forma de aceite o incluido como ingrediente en cremas.


Caléndula: sus flores tienen virtudes calmantes. Se aplica externamente en forma de cremas o geles de baño.

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