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¿QUÉ VINO HAY QUE BEBER EN CADA FERIA?



En abril arranca la feria de Sevilla y con ella se inicia la temporada de celebraciones típicas en la comunidad andaluza. Como cada año, las casetas se abren, los farolillos se ponen y los flamencos y flamencas salen a la calle para disfrutar de las tradiciones de cada rincón del sur de España. Si estás pensando en acercarte a una de ellas, además de disfrutar del ambiente y degustar sus tapas típicas, deberás estar informado sobre la cultura de la bebida que se destila en cada ciudad. Aquí te contamos cuáles son los mejores vinos que deberás degustar durante tu visita a estas celebraciones.


EN SEVILLA, EL REBUJITO

La cultura del rebujito se ha popularizado en Sevilla desde hace años. Se trata de una bebida hecha a base de vino manzanilla y refresco de lima-limón a los que se añade mucho hielo y un poco de hierbabuena, aunque puede llegar a tener muchas variantes. Se trata de una opción buena, fría y que permite al bebedor mantenerse en condiciones óptimas incluso con varios vasos de más. Nadie sabe quién lo inventó ni dónde está su origen, pero poco importa. Lo realmente relevante es buscar la caseta en la que sirvan la mejor jarra.


EL CARTOJAL, DE MÁLAGA

Lo que más llama la atención cuando se visita la feria de Málaga son los barriles de vino rosas con lunares blancos que se encuentran en el inicio de su famosa calle Larios. Estos, que se han convertido en una especie de photocall para sus asistentes, también han contribuido a popularizar la bebida típica de la feria: el Cartojal. Este vino dulce hecho con uva moscatel es la mejor solución al calor de agosto que predomina durante esta feria. Lo más característico de esta feria es ver la botella de Cartojal viajar de mano en mano y observar cómo se agrupan los vasos (de color rosa, por supuesto) debajo de la misma.


EN JAÉN, EL PILYCRIM

Jaén es la última de las grandes ferias del año en Andalucía. Aunque se celebra en octubre, el tiempo y el vicio no impiden que se deje de beber vino frío. Durante esta celebración, el Pilycrim (Pale Cream) es la bebida que más se consume y se comparte. La tradición invita a comprar la botella por rondas para que el vino se mantenga frío durante más tiempo. Esta misma tradición hace que más de uno se escaquee entre sus amigos a la hora de pagar una nueva botella. Pero con el pilycrim, todo se olvida y se perdona.


ORUJO, CHATOS Y TAMBIÉN PILYCRIM EN GRANADA

Cuando llega el Corpus a Granada, la tradición del vino se extiende más que nunca. Hay quien dice que nunca ha llegado a entrar al ferial por culpa de la bebida típica de esta celebración. Y es que a las puertas del recinto se sitúa el puesto de vinos donde la gente se concentra para esperar a sus amigos. Mientras se espera, el vino dulce con barquillos o chato se convierte en el mejor acompañante. A medida que los integrantes del grupo van llegando, las rondas se van incrementando, un círculo vicioso sin fin que hace que la feria se disfrute desde el puesto de vinos. Aunque no solo los chatos triunfan en Granada, el pilycrim o la copa de orujo tras la comida o la tapa son prácticamente obligatorios.


CÓRDOBA, REBUJITO, VARGAS O FIFTY-FIFTY

La tradición de su ciudad vecina también llega a la feria de Córdoba. Aquí, durante el mes de mayo, el rebujito es la bebida que más se consume. Sin embargo, el protagonismo no solo se lo lleva la mezcla de la manzanilla con el Sprite. Los cordobeses agudizan el ingenio para crear o renombrar nuevas bebidas durante sus celebraciones. Entre ellas destacan el Vargas, la conocida en toda España como tinto de verano o el fifty-fifty (“fiti-fiti”), que se compone de una mezcla de vino dulce (50%) con uno fijo (50%).


EN HUELVA, CHATOS Y PONCHE COLOMBINO

La fiesta de las Colombinas en Huelva da nombre a una de las bebidas más típicas que se consume durante estas celebraciones. El ponche colombino es una bebida hecha con canela, melocotones, vino blanco, azúcar y gaseosa. Junto con esta, los chatos son también tradición entre quienes festejan estas fiestas. Dos rondas se pagan y a una suele invitar la casa, un círculo vicioso que no acaba en toda la noche.

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